Por María Pla Cháfer, coordinadora del huerto de la EEI Nuevo Almafrá (Elda, Alicante). Centro ganador del accésit del VI Premio Nacional Huertos Educativos, en la categoría de Infantil.

Nuestra experiencia nació en un pequeño barrio de la ciudad de Elda (Alicante) en concreto, en la Escuela de Educación Infantil Nuevo Almafrá. Este centro se encuentra en una zona de la ciudad donde conviven todo tipo de culturas y colectivos sociales, lo que la hace perfecta para aprender y lograr experiencia.

La iniciativa arrancó a partir de la curiosidad y el amor por la naturaleza de una profesora de lengua valenciana del centro. Se propuso fusionar un proyecto que realzara la necesidad de fomentar la alimentación saludable y el conocimiento de la agricultura ecológica, con el aprendizaje del idioma valencià como elemento vehicular.

A partir de ese momento, se puso en marcha una transformación importante del espacio delimitado para el huerto, que ya existía, pero no se usaba. La colaboración de diferentes agentes de la comunidad educativa fue esencial para el labrado de la tierra, la instalación del riego por goteo y el mantenimiento de la zona de cultivo.

La escuela organizó un cronograma de actividades con las diferentes clases del centro, en donde no solo se plantan hortalizas, sino que también se aprendían técnicas para el cuidado de los seres vivos y nuevas técnicas de cultivo. Además, se estableció una zona de juego con un tipi, cubos y palas, para que los discentes pudieran desarrollar su conocimiento científico y sensorial.

No obstante, el mayor logro fue la creación del libro viajero del huerto. El alumnado se llevaba a casa las hortalizas recolectadas y elaboraba una receta de cocina con ellas junto a su familia. Luego, contaba su experiencia en una lámina y la explicaba posteriormente en el aula, creando así un libro de recetas fantástico. De esta manera, se incentivó la relación familia-escuela.

Esto propició que nuestro alumnado se lanzara a probar alimentos que anteriormente no llamaban su atención, ya que el cariño hacia el cuidado y respeto de todos ellos hizo que su visión y alimentación cambiara progresivamente. Así pues, fue disminuyendo el consumo excesivo de bollería industrial y de productos altamente procesados, nocivos para la salud.

Por todo ello, desde nuestra pequeña escuela animamos a toda la Comunidad Educativa a embarcarse en proyectos de esta índole, porque el amor y cariño con el que el alumnado acoge este tipo de actividades es un aliciente para seguir luchando por un mundo más sostenible, ecológico y respetuoso. Además, con la ayuda recibida del premio, hemos podido mejorar las instalaciones, dotarnos de materiales y hacerlo mucho más bonito y atractivo.