Por Marta Borraz, coordinadora del huerto del IES Avempace, Zaragoza, finalista en la quinta edición del premio nacional Huertos Educativos Ecológicos.
Al principio del curso las dos profes de Pedagogía Terapéutica me propusieron desarrollar un proyecto con el alumnado de integración en el huerto. En una primera reunión decidimos el grupo y el horario (la cuarta hora de los miércoles). Se trataba de 9 estudiantes con un desfase curricular importante y bastante desapego hacia el instituto. La relación entre ellos era regular y les costaba trabajar en equipo. Había alumnado gitano (2 alumnos y 3 alumnas) y 2 inmigrantes.
Por sus dificultades académicas y, en la mayoría de los casos, socioeconómicas, nos pareció fundamental tanto abordar contenidos curriculares como orientarles profesionalmente hacia ámbitos que les pudieran ser accesibles. Por ello, preparamos actividades relacionadas con la cocina, la jardinería y la carpintería. Y además cuidamos especialmente que no hubiera diferencias de género en el reparto de tareas, puesto que ya habíamos detectado previamente comportamientos machistas entre ellos y ellas.
Comenzamos el primer trimestre presentándoles el proyecto, que acogieron con agrado, e hicimos la primera toma de contacto con el huerto con actividades básicas como regar, desbrozar, remover el compost, etc.
Para iniciar el proyecto plantamos semillas de caléndula en un plantero, actividad que aprovechamos para abordar algunos contenidos de Biología: clasificación de las plantas, diferenciación de sus partes, reproducción...En las caléndulas reconocieron fácilmente sus elementos.
En diciembre cocinamos carne de membrillo. Pedimos al alumnado que preguntara en casa sobre su preparación, y gracias a la abuela de una alumna que le dio indicaciones, redactamos una receta (trabajando así el contenido de Lengua de los textos prescriptivos y utilizando el ordenador). Recolectamos membrillos y seguimos los pasos de la receta. Los ingredientes que no procedían del huerto (azúcar, limón, canela) eran ecológicos y de comercio justo, con lo que aprovechamos para hablar sobre los países de origen de los alimentos y las ventajas de los productos ecológicos y el comercio justo. Introdujimos así contenidos de Geografía y Ciudadanía. Vendimos una parte y compramos materiales. El resto, la comimos en clase y se la llevaron a casa, junto con la receta. También nos sirvió para hablar sobre alimentación sana.
El segundo trimestre se centró en la preparación de un jardín vertical con materiales reciclados que para que se convirtiera, en un futuro, en un elemento ornamental del instituto. Como primer paso buscamos información en internet. A continuación, tomamos medidas del palé y de las macetas que teníamos en el huerto y trabajamos las escalas para dibujar un plano. Se abordaron contenidos de Tecnología, Matemáticas y Geografía (escalas, planos, figuras planas, sistemas de medidas).
A continuación, vino una toma de decisiones complicada: elegir los colores de manera consensuada. Nos decidimos, a través del diálogo y por unanimidad, por el marrón, verde, naranja y amarillo para que se integraran con los colores de las plantas.
De febrero a abril trabajamos en el taller de Tecnología preparando la madera con cola, gesso y lija, y la pintamos con los colores obtenidos por mezcla (se trabajaron contenidos de Plástica al trabajar con los colores).
En abril, trasplantamos caléndulas y menta a las macetas, que rellenamos con compost. Las metimos en las tablas del palé y lo pusimos en la entrada acristalada del edificio, lugar de paso de toda la comunidad educativa. El alumnado se encargó de su mantenimiento hasta finales de junio.
Los resultados, tanto académicos como humanos (mejora de la socialización y la autoestima), fueron excelentes y los chicos y chicas quedaron muy satisfechos con su trabajo.