Por Marian Molina Márquez, Profesora de Compensación Educativa de 1º y 2º ESO (Sevilla).

El mindfulness es una experimentación de la vida que se basa en la atención plena y consciente del momento presente “El aquí y el ahora”.

Suelo trabajarlo con el alumnado de compensatoria tanto en el aula como en nuestro ecohuerto a través de ejercicios de respiración, con breves momentos de meditación zen que les proporciona mucha calma y disminuye el estrés. Además de potenciar la atención y concentración que redundan en una mayor capacidad del aprendizaje.

Desde el primer momento en el que llegamos al huerto ellos ya están practicando la atención consciente, observando las necesidades de sus cultivos, las posibles plagas o enfermedades que presentan, al igual que cuando estamos plantando las semillas con sumo cuidado deben centrarse en las medidas óptimas que posibiliten su evolución hasta convertirse en frutos y hortalizas. Es una terapia de paz interior.

Les encanta escuchar con los ojos cerrados los sonidos que nos envuelven, los mirlos que acuden a las casitas de pájaros que colgaron de los árboles, al caminar entre las aromáticas oler la fragancia que emanan, disfrutar visualmente con los colores de las flores que se abren lentamente y nos sorprenden día a día. Hay un ejercicio que solemos practicar en círculo tan sencillo como es saborear lentamente cada uno de los frutos que nos regalan los árboles, comenzamos observando fijamente la fruta que tenemos en la mano, su tamaño, forma, pensamos en cómo era cuando el árbol que nos la ofrece era una simple semilla, los años que tardo en crecer, la luz que recibió del sol, las raíces profundas que lo unieron a la tierra, el agua que el agricultor o la lluvia le proporciono, la flor del árbol que se convirtió en este fruto. Posteriormente comienzan a comerlo con pequeños mordiscos para saborearlo, experimentando su jugosidad, y al terminar damos gracias en silencio y mostramos gratitud a la madre tierra por lo que nos ha regalado en este día.

Todos sabemos el poder de sanación que tiene la naturaleza y en nuestro caso este poder lo tiene el espacio del ecohuerto que compartimos.

Me gusta sentarme con el alumnado en un rincón debajo del olmo viejo y recordar escenas de cuando éramos pequeños asociadas a un campo, huerto, bosque o parque; en esos momentos sonreímos al niño que llevamos dentro y le mandamos todo el amor que tenemos. Después caminamos de manera consciente entre los senderos del huerto a la vez que les recuerdo que manden un abrazo y un beso a Gaia con cada paso, a esta tierra que nos brinda este espacio de paz y relajación. En otras ocasiones terminamos abrazándonos al tronco del olmo o del olivo y se conectan con su energía que nos transmite calor y positividad, ayudándonos a alejar todo aquello negativo que nos ha dañado o provocado dolor.

¡Ojalá pudierais ver sus miradas y sus sonrisas!

Por todo lo anteriormente expuesto, ¿cuántos años llevan nuestros jornaleros y agricultores practicando el mindfulness sin ni siquiera ellos saberlo? Gracias por la atención plena mantenida en sus campos y huertas, por ofrecernos tanta vida concentrada en sus frutos y ser sembradores de este aprendizaje de vivir el presente.