¿Puedes decirnos cómo y por qué surge la organización en la que trabajas?
Surge en diciembre del año 79. Ocho años después de que se fundara Amigos de la Tierra Internacional en un contexto político y social de reivindicación de los derechos sociales, de preocupación por la incipiente globalización y de la necesidad de coordinar esfuerzos desde todo el mundo para alcanzar objetivos globales. De la necesidad de vertebrar a la sociedad y construir un movimiento social global desde la base. Desde las comunidades, los pueblos, las ciudades, el campo. Con los pies en la tierra. De ahí nace Amigos de la Tierra.
Somos por tanto hijos e hijas de ese momento: somos personas, ecologistas de base, muy críticos en el análisis de la realidad, capaces de coordinarse globalmente, con la cooperación internacional como buque insignia, centradas en las alternativas, propositivas y no violentas. 

¿Desde cuándo formas parte de la organización y por qué en esta y no en otra?
En 1999 me acerqué por primera vez al grupo local de mi ciudad de Amigos de la Tierra. Pensaba, y he acabado por confirmarlo, que esta es la organización ideal para los que pensamos que el cambio está en lo local pero que la perspectiva y los objetivos deben de ser globales y a largo plazo. Esta federación de más de 70 organizaciones por todo el planeta es la mejor herramienta para inspirar mis acciones diarias. Actuando localmente pero pensando globalmente.

¿Cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta tu organización?
Revertir la tendencia individualista y depredadora que el capitalismo ha impuesto como única relación posible entre las personas, las empresas y los estados. Recuperar el vínculo con la tierra, con la naturaleza, como pilar central sobre el que construir nuestras decisiones como sociedad.
Contribuir a una sociedad solidaria e igualitaria (antipatriarcal) y capaz de creer en los grandes valores: como la equidad, la justicia y la no violencia.
En estos tiempos, convertir el odio que destilan los Trump o los Le Pen en esperanza es quizás el mayor de los retos.
Crear y apoyar alternativas sociales locales desde abajo que estén en manos de la gente: en temas como la alimentación, la energía, la vivienda, la empresa, la gestión de los recursos y espacios naturales, la educación o el ocio. Desligarlas de los valores y dinámicas de la lógica de consumo capitalista. En esto trabajamos cada día, pero hacer que estas alternativas lleguen a gran parte de nuestra sociedad es y será un gran reto en el medio plazo.

¿Cómo ves el futuro del sector en el que trabajas?
Como ecologista, el optimismo es una forma de hacer la revolución con la sonrisa puesta. El panorama en muchos aspectos puede resultar desalentador pero cada vez nuestro mapa emocional, social y económico se va llenando de infinidad de proyectos de gente pequeña, de grupos de amigas/os, de comunidades que se organizan y que se apoderan de la toma de decisiones de importantes aspectos de su vida. Gente que produce su propia energía, que decide gestionar la escuela de sus hijos, producir sus alimentos u organizarse para cambiar las políticas públicas, resistir a los atropellos de empresas canallas y que son ejemplo e inspiración para todos/as. En esos proyectos, ideas y luchas nos inspiramos y esa es la energía que nos mueve.
Podríamos ver solo las malas noticias, pero nosotros queremos ser altavoz para la gente pequeña que tiene ideas en marcha y que contribuyen a crear un mundo mejor.

¿Por qué tu organización ha decidido promover el ahorro responsable con Triodos?
El dinero es una herramienta de transformación masiva. Cómo se usa, cómo se gasta o cómo se ahorra es el reflejo exacto de la sociedad en la queremos vivir. Puedes poner la rentabilidad económica por delante, o la sostenibilidad ambiental y el interés común. Puedes poner al dinero antes que a las personas. Puedes preferir proyectos cortoplacistas y depredadores porque son más lucrativos en lugar de aquellos que favorecen a las mayorías y son sostenibles para las generaciones futuras. Nosotros apostamos por la segunda de las opciones en cada una de estas categorías y creo que las personas y organizaciones hartas de ver como la banca convencional amasa poder e impone sus políticas a gobiernos democráticos deberían hacer lo mismo.